sábado, 14 de julio de 2007

SAVIOLA

El pibito Saviola siempre ha sido un jugador especial para la afición barcelonista. Quizá, las dificultades propias de un fichaje complicado -las negociaciones con River Plate presidido por David Pintado parecieron eternizarse-, las circunstancias personales de Javier Pedro y ese feeling que algunos jugadores tienen con la grada sin que nadie pueda explicar exactamente el porqué, hicieron del conejo un tipo con un ascendente particular entre gran parte de la masa barcelonista del que sólo han disfrutado muy pocos jugadores -incluso con más méritos en el terreno de juego-. Son cosas inexplicables, pero sucede, así de sencillo.

Pero jugar en la primera plantilla del Barça no es nada fácil y el rendimiento se establece en función de multitud de variantes; entre ellas, el precio. Joan Gaspart pagó la friolera de 6.000 millones de pesetas (un cambio aproximado de 36m de €) por un delantero de 19 años al que le gustaba arrancar desde las bandas para caer al centro; pelota controlada al pié, de zancada corta y punta de velocidad como principales armas. Durante las tres temporadas y media que estuvo en el Nou Camp (2001 a 2004), el pibito anotó una media de 14 goles por temporada en liga, 3,14 goles en competiciones internacionales y 2,57 goles de media en Copa del Rey. Son unos números correctos para la posición que ocupaba en el terreno de juego, habitualmente constituído como segundo delantero o extremo abierto en banda. Pero el mal juego colectivo acabó por afectarle individualmente: Patrick Kluivert, como delantero titular del Barça durante las temporadas 2001 a 2004, tan sólo pudo conseguir una media en liga de 14,3 goles y en consecuencia, el equipo se volvió vulgar y el juego, anodino.

Visto ahora con la tremenda ventaja que nos otorga el paso del tiempo, uno concluye que quizá no fué la mejor época para recalar en la ciudad condal. Presidentes incompetentes, entrenadores descentrados, una masa social descontenta e impaciente, etc... Pero también debiéramos confesar que quizá, las características de juego que un tipo como Saviola podía ofrecer no eran las más adecuadas a las necesidades de la primera plantilla. Frank Rijkaard lo tuvo claro a los pocos meses de su llegada al club (2003) y así lo comunicó a jugador y club: "no cuento con Saviola". En este punto se inicia toda una sucesión de intentos por parte del club en traspasar o ceder al delantero argentino, la mayoría de ellos truncados por la alta ficha que Saviola tenía establecida por contrato. Finalmente el AS Mónaco acepta la cesión -sin asumir la totalidad de la ficha- y el pibito llega a la liga francesa a principios del 2004 para anotar 8 goles en liga, 4 en competiciones internacionales y 5 en la Copa de Francia. La temporada siguiente la pasará en el Sevilla F.C. -club que ya empieza a apuntar maneras de grande- donde marcará 9 goles en liga y 6 en competiciones internacionales. Su última temporada como blaugrana finalizará con 5 goles anotados en liga y 7 en Copa del Rey. Un bagaje más que discreto.

Javier Pedro Saviola es un buen tipo; como decía habitualmente el ínclito José María García, "no roba, no mata y te trata de usted". Pero los clubs de fútbol no deben valorar a la persona sino al jugador; si de lo primero se tratara, hoy mismo el pibito tendría un contrato indefinido. Durante tres largas temporadas, Saviola tuvo la oportunidad de marcar diferencias, de confirmar las expectativas creadas y de construirse como un jugador de talla mundial -a la forma y manera que posteriormente sucedería con Ronaldinho, Eto'o o Messi-; no lo consiguió. Y es en este sentido donde hay que admitir que si bien los números logrados no son ninguna maravilla, entendidos dentro de la tónica general de juego y resultados que por aquellas fechas cosechaba el Barça, puede deducirse que el conejo cumplió. Pero todos sabemos que en los grandes clubs, no basta con cumplir. Es ahí donde Frank Rijkaard no se equivocó; técnico y entidad decidieron que la plantilla necesitaba nuevas incorporaciones que cambiaran el curso de la navegación y las amplias listas de altas y bajas concedidas en aquellos tiempos son buena prueba de ello. Con Saviola no hubo engaños ni conductas irrespetuosas; el jugador supo en cada momento cuales eran los planes deportivos y donde estaban situadas sus expectativas de juego. Mientras el jugador se limitaba a "esperar nuevas oportunidades" y el equipo técnico y directivo buscaba algún club interesado en la contratación del argentino, su ex-representante Alfredo Cabrera Brizuela se dedicaba a exigir elevadas indemnizaciones (causa oculta por la que Saviola acabó prescindiendo de él), confesadas por los mismos clubs interesados, que truncaban toda esperanza de traspaso.

Pero, a mi entender, es a partir del momento en que Saviola es cedido sucesivamente al AS Mónaco y al Sevilla F.C., cuando se disipan las dudas respecto a si el pibito debe o no seguir formando parte del Barcelona. Sus números no pasan de ser considerados como "modestos" incluso después de jugar en la capital andaluza en un club que ya apuntaba maneras de equipo grande. Además, si alguna crítica debiera realizarse al conejo sería su insistencia en hacer público los dimes y dirites respecto a una hipotética renovación de contrato. El club estaba en todo su derecho a realizar una nueva propuesta al alza o a la baja de sus emonumentos (incluso a no presentarla!), sin que por ello debiera ser sometido a la presión de la denuncia de un jugador al que se la había confiado el rol de tercer delantero -más aún cuando era vox populi su acuerdo con Bernd Schuster para recalar en el Real Madrid-. Quizá sea por este motivo que finalmente, el propio Saviola ha ido afeando esa excelente imagen de la que hacíamos referencia al inicio de este artículo hasta el extremo de salir del F.C. Barcelona entre la indiferencia del aficionado. Tan importante como una gran entrada es una mejor salida y por ello sorprende tanto el cambio de actitud de alguien quien hasta hace pocos meses se había caracterizado por su sencillez y su inteligente alejamiento de todos los numerosos problemas que acechan a los jóvenes futbolistas.

No desearé suerte a Juan Pedro Saviola porque ello supondría ir contra los intereses de mi equipo, aún así y a pesar de todo, suerte pibito.

1 comentario:

littoXD dijo...

El Barca dejo ir un gran talento, espero que a ambos "Barcelona" y el "conejito" les valla bien en su camino por separado.. Buen post un abrazo