Pero jugar en la primera plantilla del
Barça no es nada fácil y el rendimiento se establece en función de multitud de variantes; entre ellas, el precio.
Joan Gaspart pagó la friolera de 6.000 millones de pesetas (un cambio aproximado de 36m de €) por un delantero de 19 años al que le gustaba arrancar desde las bandas para caer al centro; pelota controlada al pié, de zancada corta y punta de velocidad como principales armas. Durante las tres temporadas y media que estuvo en el
Nou Camp (2001 a 2004), el
pibito anotó una media de 14 goles por temporada en liga, 3,14 goles en competiciones internacionales y 2,57 goles de media en Copa del Rey. Son unos números correctos para la posición que ocupaba en el terreno de juego, habitualmente constituído como segundo delantero o extremo abierto en banda. Pero el mal juego colectivo acabó por afectarle individualmente:
Patrick Kluivert, como delantero titular del
Barça durante las temporadas 2001 a 2004, tan sólo pudo conseguir una media en liga de 14,3 goles y en consecuencia, el equipo se volvió vulgar y el juego, anodino.

Visto ahora con la tremenda ventaja que nos otorga el paso del tiempo, uno concluye que quizá no fué la mejor época para recalar en la
ciudad condal. Presidentes incompetentes, entrenadores descentrados, una masa social descontenta e impaciente, etc... Pero también debiéramos confesar que quizá, las características de juego que un tipo como
Saviola podía ofrecer no eran las más adecuadas a las necesidades de la primera plantilla.
Frank Rijkaard lo tuvo claro a los pocos meses de su llegada al club (2003) y así lo comunicó a jugador y club: "
no cuento con Saviola". En este punto se inicia toda una sucesión de intentos por parte del club en traspasar o ceder al delantero argentino, la mayoría de ellos truncados por la alta ficha que
Saviola tenía establecida por contrato. Finalmente el
AS Mónaco acepta la cesión -sin asumir la totalidad de la ficha- y el
pibito llega a la liga francesa a principios del 2004 para anotar 8 goles en liga, 4 en competiciones internacionales y 5 en la Copa de Francia. La temporada siguiente la pasará en el
Sevilla F.C. -club que ya empieza a apuntar maneras de grande- donde marcará 9 goles en liga y 6 en competiciones internacionales. Su última temporada como blaugrana finalizará con 5 goles anotados en liga y 7 en Copa del Rey. Un bagaje más que discreto.
Javier Pedro Saviola es un buen tipo; como decía habitualmente el ínclito
José María García, "
no roba, no mata y te trata de usted". Pero los clubs de fútbol no deben valorar a la persona sino al jugador; si de lo primero se tratara, hoy mismo el
pibito tendría un contrato indefinido. Durante tres largas temporadas,
Saviola tuvo la oportunidad de marcar diferencias, de confirmar las expectativas creadas y de construirse como un jugador de talla mundial -a la forma y manera que posteriormente sucedería con
Ronaldinho,
Eto'o o
Messi-; no lo consiguió. Y es en este sentido donde hay que admitir que si bien los números logrados no son ninguna maravilla, entendidos dentro de la tónica general de juego y resultados que por aquellas fechas cosechaba el Barça, puede deducirse que el
conejo cumplió. Pero todos sabemos que en los grandes clubs, no basta con cumplir. Es ahí donde
Frank Rijkaard no se equivocó; técnico y entidad decidieron que la plantilla necesitaba nuevas incorporaciones que cambiaran el curso de la navegación y las amplias listas de altas y bajas concedidas en aquellos tiempos son buena prueba de ello. Con
Saviola no hubo engaños ni conductas irrespetuosas; el jugador supo en cada momento cuales eran los planes deportivos y donde estaban situadas sus expectativas de juego. Mientras el jugador se limitaba a "
esperar nuevas oportunidades" y el equipo técnico y directivo buscaba algún club interesado en la contratación del argentino, su ex-representante
Alfredo Cabrera Brizuela se dedicaba a exigir elevadas indemnizaciones (causa oculta por la que
Saviola acabó prescindiendo de él), confesadas por los mismos clubs interesados, que truncaban toda esperanza de traspaso.

Pero, a mi entender, es a partir del momento en que
Saviola es cedido sucesivamente al
AS Mónaco y al
Sevilla F.C., cuando se disipan las dudas respecto a si el
pibito debe o no seguir formando parte del
Barcelona. Sus números no pasan de ser considerados como "modestos" incluso después de jugar en la capital andaluza en un club que ya apuntaba maneras de equipo grande. Además, si alguna crítica debiera realizarse al
conejo sería su insistencia en hacer público los dimes y dirites respecto a una hipotética renovación de contrato. El club estaba en todo su derecho a realizar una nueva propuesta al alza o a la baja de sus emonumentos (incluso a no presentarla!), sin que por ello debiera ser sometido a la presión de la denuncia de un jugador al que se la había confiado el rol de tercer delantero -más aún cuando era
vox populi su acuerdo con
Bernd Schuster para recalar en el
Real Madrid-. Quizá sea por este motivo que finalmente, el propio
Saviola ha ido afeando esa excelente imagen de la que hacíamos referencia al inicio de este artículo hasta el extremo de salir del
F.C. Barcelona entre la indiferencia del aficionado. Tan importante como una gran entrada es una mejor salida y por ello sorprende tanto el cambio de actitud de alguien quien hasta hace pocos meses se había caracterizado por su sencillez y su inteligente alejamiento de todos los numerosos problemas que acechan a los jóvenes futbolistas.
No desearé suerte a
Juan Pedro Saviola porque ello supondría ir contra los intereses de mi equipo, aún así y a pesar de todo,
suerte pibito.
1 comentario:
El Barca dejo ir un gran talento, espero que a ambos "Barcelona" y el "conejito" les valla bien en su camino por separado.. Buen post un abrazo
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